REBELIÓN CONTRA LO MALO “Obediencia versus rebeldía”

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Las virtudes pueden ser explotadas o manipuladas para fines contrarios al orden establecido. Por regla general creemos que toda obediencia es virtud, y toda oposición o rebeldía a la autoridad es pecado. Se han aprovechado los términos bíblicos de “sujeción”, “obediencia”, y la expresión “el ungido de Jehová” etc. para imponer dogmas, caprichos, doctrinas y manipulaciones y conductas indeseables que vienen de los hombres y no de Dios.

Con el cuento de que <Dios bendice la obediencia>, y tenemos que ser humildes, se ha fabricado postulados falsos en cuanto a la sumisión y sujeción a las autoridades institucionales, gubernantales o religiosas, trastocándose los parámetros correctos en cuanto al ejercicio del principio de autoridad funcional, y creándose las condiciones para convertirnos en borregos y víctimas de los abusos de autoridad.
Algunos predicadores se autodenominan los “los ungidos del Señor”, y  aprovechan su posición de iluminados para someter y manipular a los que están bajo su cobertura a sus caprichos que no nacen de la Palabra, sino de falsas revelaciones. Cuando alguien no se les somete a sus caprichos, los excomulgan y condenan, no pudiendo nadie criticarlos, censurarlos o juzgarlos por sus malas acciones[1].
LOS PRINCIPIOS DE LA OBEDIENCIA
La obediencia debe tener una razón de ser. No es una virtud impositiva, ciega o sumisa en todo el sentido de la Palabra. Para que seamos obedientes, y sujetos a una autoridad, debemos contestar algunas preguntas: ¿Que es autoridad? ¿Hasta dónde puede llegar una autoridad? Y por último, ¿Cuáles son los derechos del que está bajo autoridad?
No creo en la sumisión arbitraria, sin razonamiento. Tampoco creo en una fe ciega sin fundamento, pues en tal caso, podríamos justificar el paganismo, y caer fácilmente en el engaño. Apoyarse en una imposición de obediencia para abusar de las personas es un acto infamante, y contrario a la voluntad de Dios. No toda obediencia es virtud, y no siempre toda desobediencia se convierte en pecado[2]. Se ha tratado de manipular a los seres humanos dentro de algunos regímenes políticos y religiosos, proclamando la grandeza de la obediencia absoluta y el grave delito que es la desobediencia[3]. Incluso he escuchado a predicadores que tomando ciertos textos bíblicos fuera de contexto, imponen una férrea dictadura eclesiástica, haciendo de su grupo una secta, y del líder un iluminado con poderes “papales”[4]. En estos regímenes la gente pierde sus derechos, sólo pueden acatar las órdenes del líder, teniendo miedo en contradecirle, y en lo religioso, si lo hacen, viven esperando el juicio de Dios. Sus enseñanzas son creídas ciegamente, y si alguien se atreve a contradecirlos, cae en anatema de condenación y el juicio eterno.

¿SE PUEDE ABUSAR A COSTILLAS DE LA OBEDIENCIA?
Pudiéramos poner muchos ejemplos: El caso de una mujer que por mandato bíblico “debe sujetarse a su marido” pero éste la maltrata físicamente y abusa de ella arbitrariamente. ¿Es aceptable en este caso la sujeción de la mujer a su marido? Una vez recibí una carta de una radioyente de mi programa “Conflictos Humanos“, planteándome un problema: Su esposo era cristiano, tocaba en el grupo de alabanza de la iglesia, y a veces le pegaba, celándola. Ella fue a hablar con su pastor para pedirle consejo, pues quería irse del hogar con sus padres. El pastor le aconsejó que no abandonara a su marido, y le expuso; “Usted debe someterse a él, y soportarle en sus debilidades, él es la cabeza del hogar“. La pobre mujer confundida me preguntaba a mí que opinaba. Era una situación un poco delicada, pero al respeto tengo un criterio claro; “toda sujeción está regulada por una ley, y toda ley regula el ejercicio de la autoridad así que mi respuesta fue que le dijera a su pastor que se casara con su marido, a ver si después le iba a dar  el mismo consejo. Es fácil aconsejar en pellejo ajeno, pero en el propio pellejo, las cosas cambian.
Obedezco cuando me sujeto a un orden establecido. La ley de Dios define el orden de autoridad y pone los parámetros, y límites de la misma. Por ejemplo: En el caso de la sujeción de la mujer a su marido, es cierto que el marido es “cabeza de la mujer” (Efesios 5:23) pero Cristo es la cabeza del marido (1 Corintio 11:3). La sujeción de la mujer al marido está regulada por la obediencia del marido al Señor. La Palabra lo dice;“Esposas, estad sujetas a vuestros esposos, como conviene en el Señor  (Colosenses 3:18). El término “en el Señor establece el marco regulador de esa sujeción. Si tu esposo rompe el marco legal, tu obediencia queda sujeta a la ley de Dios y a la seguridad física tuya. De igual forma, los hijos deben obedecer a sus padres, como dice Efesios 6:1:“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo”  Pero noten que dice “en el Señor”.¿Qué quiere decir esta expresión? Que la sujeción está subordinada a la soberanía de Dios sobre los padres. Si en algún momento los padres tratan de que sus hijos hagan algo contrario a lo dispuesto por Dios, ellos, en este caso, deberán obedecer primero a Dios que a sus padres.      Aquí está el sentido de Jesús cuando dijo; “El que ama a padre o a madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí” (Mateo 10:37). Debemos colocar a Dios en primer plano. La obediencia está primeramente supeditada a Dios. Esta parte de un parámetro; “sus enseñanzas regulan mi actitud respecto a la obediencia”. Cuando los padres se salen del orden, y abusan de los hijos, éstos tienen el derecho de rebelarse.
Si algunos padres quieren abusar sexualmente de sus hijos menores, o mandarlos a robar, o hacer cualquier acto delictivo o ilícito, ¿Debe el hijo acceder por el hecho de que tiene que obedecer a sus padres? ¡NO! En este caso, la desobediencia es una virtud moral que evita el pecado de los padres sobre los hijos.
CUANDO LA DESOBEDIENCIA ES UNA VIRTUD
Si hablamos de la obediencia social o religiosa, siempre nos encontraríamos con el mismo principio, el orden de autoridad y las normas que regulan la autoridad. Es cierto que el cristiano debe obedecer el mandato bíblico de Romano 13:1-2: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios;  y las que hay, por Dios han sido constituidas. Así que, el que se opone a la autoridad, se opone a lo constituido por Dios; y los que se oponen recibirán condenación para sí mismos”. Pero este sometimiento no nos obliga a ir contra nuestra conciencia y los  principios cristianos. Sadrac, Mesac y Abednego se sujetaron a las normas del rey de Babilonia, pero cuando les quiso obligar a ir contra sus principios, para que adoraran una imagen, se plantaron firmes, y la obediencia se convirtió en “rebeldía santa”. Veamos Daniel 3:16-18:“Sadrac, Mesac y Abednego respondieron y dijeron al rey: –Oh Nabucodonosor, no necesitamos  nosotros responderte sobre esto. Si es así, nuestro Dios, a quien rendimos culto,  puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, Oh rey, nos librará. Y sino, que sea de tu conocimiento,  oh rey, que no hemos de rendir culto a tu dios ni tampoco hemos de dar homenaje a la estatua que has levantado.”
Como consecuencia de su actitud, vino el juicio al rey, pero el Señor se manifestó poderosamente en medio del horno de fuego y protegió a sus hijos (Daniel 3:22-28). De igual forma Daniel, que era un superior entre los sátrapas y gobernadores que servían a Darío, se reveló contra el decreto que trató de prohibir el culto a Dios, para exaltar al Rey Darío. Daniel no sólo protestó, sino que rechazó la orden con una abierta confrontación pública a la autoridad: “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodilla tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de Dios, como lo solía hacer antes. (Daniel 6:10 RVR).
Estos hechos, y otros muchos, revelan que la obediencia tiene un marco. Cuando la misma se sale de ciertos lineamientos, la desobediencia no sólo es un deber, sino que en tal caso se convierte en virtud, la virtud de mantener los principios en alto, y cumplir la voluntad de Dios, que está claramente revelada en la doctrina de los apóstoles en  Hechos 5:29: “Pero respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: –Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
Los apóstoles enseñaron el respeto a las autoridades, sin embargo cuando las mismas le prohibieron predicar, y les amenazaron con castigarlos, pero ellos no medraron en su empeño, sino que con más fuerza, y pese a las consecuencias que esto podría traerles, siguieron haciendo lo que les habían prohibido, y dicen las Escrituras en  Hecho 5:41-42:“Por lo tanto, ellos partieron de la presencia del Sanedrín, regocijándose porque habían sido considerados dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y anunciar la buena nueva de que Jesús es el Cristo”
Noten, “todos los días” seguían haciendo aquello que les habían prohibido. ¿Por qué? Porque su fidelidad a Dios era primero que su fidelidad a los hombres. ¿Cómo oraban los primitivos cristianos frente a las amenazas por desobedecer la orden de “no pre-dicar a Jesús?: Hechos 4:29: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda valentía”. Esta petición envuelve el hecho de que tenían conciencia que la predicación del evangelio era una violación a las órdenes del sistema dominante. Sabían que desobedecer podía traerles consecuencias. Nuestra sujeción termina, cuando las reglas se rompen.
COMO EVITAR LOS ABUSOS
Es necesario reconsiderar esta realidad “rebelión versus obediencia” y no juzgar toda acción como buena o mala, siguiendo conceptos rígidos y dogmatizados. Se puede obedecer, desobedeciendo, y se puede desobedecer, obedeciendo. Cuando las órdenes recibidas atentan contra mi conciencia y tratan de manipular mis principios, las reglas del juego que regulan el ejercicio de la autoridad se rompen, entonces estoy en el pleno derecho de desobedecer. En tal caso soy obediente a Dios, aunque desobediente a los hombres, al estado o a las estructuras. Ninguna ley, estructura o misión religiosa está sobre Dios. Si tuviéramos claro este principio, podríamos evitar muchas manipulaciones, e incluso, pudiéramos resolver muchos males que se introducen dentro de la iglesia por medio de personas que proclamándose “siervos de Dios” desarrollan un ministerio dictatorial, hegemónico y muy vertical.
El efecto de una obediencia ciega a una autoridad incorrecta genera daños emocionales. Las personas que han vivido bajo un régimen en donde la autoridad se ha explotado a niveles máximos, se han convertido en seres sin voluntad propia,  destrozados e inutilizados para valerse por sí mismos el resto de sus vidas. Cuando una persona ha vivido sometido a una obediencia arbitraria, y se ha acostumbrado a ello, su adaptación a la misma no le permite librarse fácilmente, han quedado programados y sienten que al faltar esa autoridad se quedan desamparados. Si fue adoctrinado con una formación bíblica incorrecta, se sentirán bajo condenación al no someterse a aquél que se proclama “el siervo, profeta, apóstol o iluminado de Dios”, por lo que entrará a un tipo de esclavitud peor que aquella que existía en la época antigua.
Al respecto dicen David Johsson y Jeff Van Vonderen que: “Líderes que asumen el poder y exigen obediencia, fomentan la lealtad a la organización con tácticas y amenazas que asustan, sean encubiertas o no. Dejar el sistema es lo mismo que dejar a Dios y su protección. La paranoia referida a los males existentes fuera del sistema hacen que la gente se asuste y no decidan irse. Esto comienza la construcción de la trampa y, luego, viene la carnada[5].
DEFINIENDO LOS LÍMITES DE AUTORIDAD
Vamos a definir los principios de autoridad, sus límites y deberes, para saber hasta donde debemos obedecer. Hay dos elementos humanos en los cuales descansa todo ejercicio de la autoridad:
El primer principio está en el ejemplo de aquel que ejerce la autoridad. El que ejerce autoridad debe de estar bajo autoridad, y debe vivir en autoridad. La autoridad no es algo que se toma arbitrariamente, sino que se recibe de algún lado con base legal. Puede venir de arriba, de Dios en su Palabra. Puede originarse a través de una elección popular o por un derecho de antigüedad, como el  sistema patriarcal.
El segundo principio es el definir sus derechos, junto con sus deberes en los objetivos que envuelve tal función. Para ello deberá ceñirse a normas fijas que regulen el ejercicio de su autoridad. Toda norma pone límites y demandas. Aquel que tiene autoridad recibe responsabilidad y limitaciones en sus funciones. No existe autoridad absoluta excepto la de Dios. La autoridad, y sus límites de funciones, deben ser conocidas por ambos (el que sujeta y el sujetado). En el caso que nos ocupa, estas normas tienen que venir de la Palabra de Dios. Cuando un líder, por más carismático, ungido o poderoso que sea, se sale del orden establecido, el confrontarlo y desobedecerle en aquello que no sea correcto, no es solo un deber, sino también un derecho. Cuando una autoridad falla, se le debe pedir responsabilidad.
La Biblia enseña que los pastores tendrán que dar cuenta a Dios por aquellos que se sujetaron a ellos: Hechos 13:17: “Obedeced á vuestros pastores, y sujetaos á ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como aquellos que han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no gimiendo; porque esto no os es útil”. Hay una responsabilidad en aquel que ejerce autoridad, así como del que la acepta. En otra parte el Apóstol Pedro nos enseña como los pastores u obispos de la grey deben comportarse en su congregación, no aprobando los métodos impositivos o dictatoriales, y amonesta en 1 Pedro 5:1:“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto”.

  •  [1]- Es interesante ver la posición de Benny Hinn  cuando una organización  le criticó por radio, juzgando sus enseñanzas y procedimientos, en este caso él le amenazó de juicio divino y le advirtió los peligros que podría traer el “tocar al ungido de Dios”. Revista “Christianity Today” Septiembre 3 del 1992, página 52-53.
  • [2] – “El miedo a la libertad” Erich Fromm. Ediciones Paidos, España 1991.
  • [3]- Erich Fromm ha afirmado que “En la mayoría de los sistemas sociales la obediencia es la suprema virtud, la desobediencia el supremo pecado” Del libro “Sobre la desobediencia y otros ensayos” Ediciones Paidos, España, 1994. Pág 51.
  • [4] – Cuando se usa el término “poderes papales” se hace alusión al dogma de la infabilidad papal proclamado por la iglesia católica.
  •     [5]- Del libro “El poder Sutil del Abuso Espiritual” Editorial Unilit, 1995. Página 258-259.

Mario E. Fumero
                                                    

                                                   

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